En los dos últimos años he sido parte de un grupo compuesto de solteros. Esta es una tendencia en varias iglesias que se organizan de acuerdo a características comunes de sus miembros. En casi todas las organizaciones hay un grupo de jóvenes. En otras, como la mía, también hay grupos de matrimonios, de viudas y de solteros. La idea detrás de esta organización es que los integrantes del grupo pueden ayudarse porque comparten necesidades comunes.
Hace unas semanas propuse a los hermanos que nos preguntáramos ¿para qué un ministerio de solteros? Y es que muchas veces damos por hecho que las cosas son así por un mandato divino. Ciertamente la mano de Dios se mueve en toda la historia. Esta visión la heredamos los cristianos de los judíos del Antiguo Testamento. Pero también es cierto que el hombre tiene la oportunidad de tomar decisiones y con ello la responsabilidad de las consecuencias. En todo caso, no hay un modelo único de iglesia «según la Biblia»: ni Jesús, ni Pedro, ni Juan, ni Pablo nos dejaron instrucciones claras de cómo organizar la iglesia. Así que algunos proponen que ahí donde la Biblia calla, nosotros podemos hablar. Y al parecer este el caso.
Recién casado, pensé que mi respuesta a esa pregunta podría parecer sesgada. Quizá. Porque, siguiendo la propuesta de otro artículo, les dije: el ministerio de solteros existe para buscar una pareja y establecer las bases para un matrimonio sano. Más de uno (y de una) abrieron los ojos y arquearon las cejas en señal inequívoca de duda. Ahí estaba el reto y la provocación. De vez en cuando en nuestra vida cristiana debemos parar y preguntarnos lo básico ya sea para reforzar lo que estamos haciendo o para cambiar el rumbo. Si no lo hacemos, podríamos estar intentando atrapar el viento. La respuesta es sencilla. La explicación no tanto.
Los cristianos hacemos muchas cosas porque así lo dicen las Escrituras, porque el Espíritu nos guía. Eso está en nuestros «genes espirituales», los que adquirimos cuando nos bautizamos. Compartir nuestra fe, ayudar a los necesitados, consolar a los enfermos, orar… son actividades que hacemos sin importar nuestra edad o condición social. Lo hicimos cuando nos convertimos, lo hacemos hoy y lo haremos cuando seamos viejos. Para eso no se necesita un «ministerio». Solos o acompañados, esas acciones son connaturales al cristiano.
Así que lo peculiar de los solteros no es que hagan cosas que no hacen los demás cristianos. Lo peculiar está en el nombre que designa su condición actual. Son solteros. Y entonces hay que buscar lo que dice la Biblia de esa condición. Eso fue lo que hicimos en nuestro grupo.
En las próximas entradas iré compartiendo algunas de nuestras reflexiones y conclusiones que nos fueron llevando a temas como el noviazgo y ¡el matrimonio! Sí, aunque usted, hermano casado, no lo crea, hablamos de matrimonio en el grupo de solteros, tema tabú en muchas partes. Ya veremos lo que las Escrituras dicen de eso.
gracias por la vision sobre la necesidad de este ministerio, tengo hambre se ser ministrada, ser enseñada y guiada. veo que muchos de mis hnos/as en Crsito lo necesitan, sobre todo porqeu encuentro no un vacio biblico respecto al tema, pero si una ausencia en la contemplacion de ciertas cosas que nos suceden, yo no tengo padres en cristo, conozco hnas/os que tampoco los tienen, se nos hace muy dificil guardar nuestros corazones, venismo de experiencias en el mundo de formas de vida, las cuales nada tienen que ver con la vida nueva, es urgente apremiante la necesidad. ahora no se quien la pasa mejor ¿el casado/a o el sotero/a?…
gracias!! nos mantenemos en contacto! bendiciones