Volvamos al tema del evangelio lucano y la influencia, para mí más que evidente, de Pablo sobre éste. Muchas veces leemos que Lucas está dirigido a los cristianos gentiles de la primera generación. Uno no comprende esto hasta que lee en esa “clave” los hechos que ahí se relatan.
A diferencia de la parábola del hijo pródigo, en ésta, la del buen samaritano, parece más evidente el conflicto entre el universalismo de Pablo y el parroquialismo de los judíos. Para éstos, el Templo, la Torá, acaso la sinagoga, son elementos de la vida religiosa de primer nivel. Al menos esta es la impresión que nos quiere transmitir Lucas. Por eso, cuando dos representantes de la jerarquía religiosa van hacia Jerusalén, presumiblemente hacia el Templo, pasan de lado, rodean a una víctima del delito. Esta víctima era judío, los raptores quizá también eran judíos y el sacerdote y el levita eran judíos, por lo tanto, “prójimos” del desvalido. Y, sin embargo, se fueron.
Luego vienen esa figura que apabulla al preguntón (“un judío”), al sacerdote y al levita: un samaritano. Jesús, judío, le dice a otro judío: este que nosotros consideramos prácticamente pagano, gentil, es más cumplidor de la voluntad de Dios que tú que tanto estudias la ley. El desdén hacia este grupo es clarísimo. Notemos incluso que la respuesta es “correcta” y que no involucra ninguna polémica en ningún bando: “Ama el Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente” y “ama a tu prójimo como a tu mismo”. Recordemos, además, que los gentiles más receptivos al evangelio son los llamados “temerosos de Dios”, un grupo que se encontraba fascinado con esa religión exótica de una provincia de oriente y que trataban de seguirla sin comprometer su ciudadanía romana y acaso sus cultos religiosos domésticos.
Jesús está diciendo aquí que cualitativamente tanto judíos como gentiles se vuelven iguales ante Dios cuando cumplen con lo básico que él pide. Aquí, justamente en esta noción de igualdad, se encuentra presente la sombra de Pablo. Lucas seguramente lo escuchó decir una y otra vez que los judíos nunca perderían su carácter de pueblo escogido pero que el evangelio ampliaba ese pueblo e incluía a los gentiles que aceptaban el Nuevo Camino. La repercusión es obvia: “ve haz lo mismo”. La respuesta al maestro de la Ley la están leyendo más bien gentiles conversos. Es decir: tú gentil, tú rama injertada, ve y haz lo mismo; alcanzarás así la vida eterna. En otras palabras, otra vez la impronta paulina, el evangelio es de fe y de hechos. Es judío no el que está circuncidado sino el que se empeña en cumplir la voluntad de Dios. La voluntad de Dios es seguir a Jesús. Conclusión: todos los cristianos, judíos o no, son la nueva familia.
Como en el caso de la parábola del hijo pródigo, esta enseñanza trascendió su contexto geográfico, político y social para convertirse en la parábola de la no discriminación. ¡Cuántos ateos la citan para decir que ellos, sin decirse cristianos, la cumplen cuando ayudan a los demás! Es también una de las parábolas de ayuda al prójimo y de denuncia de los poderosos que más se utilizan, a veces sin citarse completamente, aquellos defensores de los derechos humanos. Hay algo, hay mucho, de defensa de derechos humanos aquí. Y, por supuesto, hay más de religión.
¿Se empieza a entender por qué este evangelio era el caballito de batalla de Marción? Espero que sí.
Escúchalo
hable del samaritano o le falta mas imformacion agrenme solo chicos de 11 a 14 gonzales_2610@htomail.com
hola y chau…
Muy bueno…. Ya existen muchas religiones en el mundo e incluso algunas muy violentas, como para seguir alentando la exclusividad…. Y dicho sea de paso, muchas iglesias llamadas “cristianas” se adjudican dicha exclusividad, convenciendo a la gente con porciones de las escrituras sacadas de contexto argumentando ser los únicos y verdaderos… la parábola del buen samaritano…. Buen punto….
hola… es muy bueno el comentario…