Hospitalidad y amistad

Los judíos comparten con todo los pueblos semitas la hospitalidad. Para decirlo de una vez: los pueblos semitas son anfitriones fantásticos. Hoy todavía corren leyendas sobre la proverbial hospitalidad de los beduinos. De hecho, podemos leer en el Génesis la forma apasionada (y un tanto misógina) con la Lot defiende a sus huéspedes. “Algunos sin saberlo hospedaron ángeles”, dice Pablo cientos de años después.

Los cristianos, pues, heredaron de los judíos ese rasgo de la hospitalidad. Pablo (o quien quiera que haya escrito 1 y2 de Timoteo) recomienda que los ancianos deban saber abrir las puertas de su casa para hospedar “a los del pueblo santo”. En otras palabras, el cristiano debe ser, como sus antepasados judíos, fabulosos anfitriones. No es por demás decirlo: este rasgo debe ser genuino, ni impuesto; es una disposición interna para tratar bien a los invitados.

Todo esto para decir que hace unas semanas tuve la dicha de experimentar y de poner en práctica este mandato cristiano. Varios cristianos de Los Ángeles visitaron mi iglesia y uno de ellos se hospedó en la Torre (el depa donde vivimos). Era Jaime. Pasé una de las semanas más exhaustivas pero también de las más chidas: hospedar, platicar, viajar (por el metro), comer (tacos, tacos, tacos) con Jaime me llenó de fe. Es decir, sé que puedo viajar a otro lugar y que ahí habrá hermanos que me hospeden. No porque yo lo hice sino porque ellos lo quieren saber.

Una compañera me preguntó mientras le platicaba mis peripecias con Jaime “¿cuánto tiempo tienen de ser amigos?”. Mmm… ¡Dos días! Los cristianos debemos ser capaces de entablar relaciones con otros cristianos sin prejuicios: nos une nuestra fe en Jesús, el Cristo, el Señor de nuestras vidas. Con Jaime, hijo de mexicanos, pocho, (no le digo gringo porque dice que gringos son sólo los WASP), viví días donde sabíamos cuándo empezaba la plática pero no cuándo terminaba ni por qué caminos nos llevaría. Y no teníamos que conocer todo de nosotros: una cosa es cierta, con Jesús todos volvemos a nacer.

Jaime venía con otro grupo de hermanas. No se me olvida la fiesta de despedida. Había esa mezcla de alegría y de tristeza que caracterizan todas las despedidas. Todos sabíamos que quizá pasarían muchos años hasta volvernos a vernos. Pero también todos sabíamos que los cristianos no conocemos las despedidas, que en el peor de los casos habrá un encuentro cuando el Señor nos llame y entonces habrá una fiesta de bienvenida. Algo tenemos los latinos que, acostumbrados como estamos, no podemos ver. Decían que habían sentido cariño, calor de hogar entre nosotros. Así nos ven: como los que saludan de beso y abrazo, como los que dan de comer (tacos), como los que lo cuidan mientras estén acá.

Ya sé que esto parece un cliché y que lo que diré sonará todavía más. Pero el amor cristiano (el ágape) no conoce barreras de lenguaje. O para decirlo con frase rosa: el amor tiene lenguaje universal. Ellas sabían hablar inglés y ya. Nosotros español y ya. Y sin embargo fue una semana de convivencia que quisiéramos que se repitiera en algún momento. Jaime actuó como intérprete, pero estoy seguro que no hay ningún intérprete que logre captar la profundidad de un abrazo o de una lágrima de felicidad… como ahora, que escribo y me trabo.

Sí, me trabo: todo lo anterior para decirle desde estas tierras ahora alteradas por los políticos y por otros delincuentes comunes, a Jaime y al resto de la banda, que gracias, que somos hermanos, que fue una semana intensa donde nuestra fe se fortaleció, que nos hicieron recordar que los cristianos somos peregrinos de paso, que nuestra nación no se llama México o Estados Unidos sino el cielo, que gracias, gracias, gracias.

PS: Jaime: Moi, Matías y el resto te mandan a saludar… lo mismo al resto de los hermanos.

1 comentario

  1. Carlitos dice:

    La Biblia, “el cuento repetido mas vendido en la historia de la humanidad”, como quisiera que el resto de mis hermanos y hermanas de este mundo, evolucionaran y abrieran los ojos, para por fin poder despertar de esa pesadilla llena de cuentos, castigos, premios, salvacion y todas las otras ridiculeces creadas por el ser humano con fines de definir su existencia.

    Si respetas el poder de tu mente, la naturaleza de tu humanidad y la flexibilidad de tu entendimiento, te invito a que abras los parametros de tu realidad.

    Ya es hora que despertemos.

    http://el-derecho-a-pensar.blogspot.com/2006/09/i-just-know-that-i-know-nothing.html

    que la paz sea contigo,

    Carlitos

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