Buscar y encontrar

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Y qué hombre hay de vosotros, a quien si su hijo le pidiere pan, le daría una piedra? ¿O si le pidiere un pez, le daría una serpiente? Y si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en el cielo dará buenas cosas a los que le pidan?

Esta última parte del discurso abunda en axiomas, esas afirmaciones que no necesitan explicación. Ahora Jesús compara al Padre celestial con cualquier padre de familia. Si incluso el más malo de los hombres no daría sino cosas buenas a sus hijos, ¿cómo será el Padre bueno que diario se preocupa de sus hijos? ¿Y cómo saber qué quiere un hijo si él no lo pide? ¿No es algo evidente?

El mensaje de Jesús es aquí muy claro: si quieres algo, pídelo. Hay que buscar, llamar, pedirle al Padre. Pero Jesús está aconsejando que se realice algo. No creo que Jesús esté pensando en un creyente que va de rodillas y no hace más que orar. Ya lo había dicho antes, cuando enseñó sobre la oración. Dicho de otra manera, no hay que esperar recibir si no se busca. Y esto se tendrá que aplicar a cada área de la vida de un discípulo de Jesús. En la sección de la ayuda providencial del Padre, Jesús decía que daría de comer y vestir; es decir, Dios dará lo básico para que sus hijos no tengan de qué preocuparse. Así que no esperes tener grandes bendiciones si lo que haces es encerrarte a tu cuarto a buscar una gran supuesta piedad. Eso es holgazanería, no fe. La Providencia ayuda cuando uno está trabajando, de lo contrario, no hay por qué esperar algo.

Dios dará cosas buenas a quienes lo pidan. Es promesa divina. Sin embargo, es común ver al cristiano que no encuentra un equilibrio saludable en sus vidas. Por una parte está el que pide y no busca; por otro el que busca pero no pide. El requisito para hallar es buscar. ¿Y qué buscaría un cristiano? Lo que glorifique al Padre. Es decir, ¡al Padre mismo! Eso es lo que estamos buscando. Es a la puerta del cielo a la que tocamos cada que oramos. Por ahí debemos empezar. Luego, el creyente sale de su habitación y trabaja. Es entonces cuando lo que pide toma forma. Habría que preguntarse qué es lo que hace un discípulo lego de orar a Dios. Jesús mismos empezó su ministerio buscando a Dios, luego empezó a proclamar el Reino.

Trabajar, buscar y tocar a la puerta sin esperar encontrar a algo es una burda pérdida de tiempo. Uno debería estar capacitado para responder a la pregunta ¿por qué haces esto? De lo contrario, uno no es más que simple religioso que busca limpiar su conciencia con buenas acciones. De este tipo de seguidores están llenas las iglesias. Han cambiado al dios del mundo por el dios de las actividades. Hacen y hacen y hacen, pero no son capaces de responder por qué. Entonces, a la primera oportunidad, vuelven a cambiar al Dios de Jesús por el dios riquezas, placeres y comodidad. Han perdido de vista la primera parte de lo que es más que importante: lo hacemos por buscar primero su Reino y su justicia. Tocamos porque queremos que Dios nos abra la puerta para decirnos «bienvenido».

En buscar y esperar están las claves para vivir lo más cercano a lo que algunos dan por llamar vida de éxito.

Deja un comentario

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s