La concepción de Jesús

Mateo 1:18-25

El evangelista no contesta la pregunta que me hizo una vez una niña que iría en sexto año de primaria: ¿cómo es que el Espíritu Santo embarazó a María? Cientos de bromas, frases en doble sentido, anécdotas se cuentan alrededor de este evento extraordinario. Lo mismo se dice que esto es obra de extraterrestres o que definitivamente fue una invención que el cristianismo posterior a la Pascua tuvo que adaptar para que Jesús fuera verdadero hombre y verdadero Dios. También se ha escrito ya los suficiente para concluir que la escritura de Isaías es una lectura de la Septuaginta y hoy mismo, cualquiera puede abrir una Biblia moderna y leerá que en Isaías 7:14 hay palabras como joven, doncella, virgen, muchacha. La hermenéutica más estricta hará dudar a más de uno de esta referencia mesianica. Pero, ¿por qué era tan importante para el evangelista escribir todo este preámbulo a la llamada vida pública de Jesús? De nueva cuenta, porque sus lectores tendrían un contexto judío. A ellos se les explica esta historia como una prueba más de que Jesús nació por obra divina y que, al fin, es el Ungido esperado por siglos. No era un asunto menor.

Sin embargo, algunas veces nos perdemos en debates cuya conclusión no aportará nada al mensaje central del cristianismo. Nos enfocamos en los silencios y obviamos lo que sí dice. Dos son las frases centrales en este pasaje. La primera es la referencia al Espíritu Santo y la segunda el significado del nombre. En medio de todo, el drama de un joven matrimonio parece ser muy mundano para dedicarle tinta. ¿Qué si este relato es una alegoría? ¿Quita importancia el «origen» de Jesús? Él mismo no le dio importancia al hecho de ser concebido por el Espíritu Santo. Ni siquiera el más doctrinal de todos los apóstoles, Pablo, gastó argumentos para defender el origen de Jesús. Y este José se pierde, es devorado por la figura de su hijo. Porque, no lo olvidemos, Jesús era para todos los efectos, un hijo judío de un varón piadoso y una madre abnegada. Lo mismo podríamos decir de María: ¿qué si quedó virgen el resto de sus días?, ¿qué su tuvo más hijos con José? ¿Iremos al infierno si Jesús tuvo hermanos y hermanas? ¿Es realmente importante para la salvación personal las relaciones sexuales de una pareja que vivió hace dos mil años? Algunas veces los cristianos nos perdemos en asuntos baladíes y nos perdemos en medio de palabrería sin fin y sin sentido.

El Espíritu Santo tendrá aquí su primera aparición en el Nuevo Testamento. A él se le adjudica la paternidad de Jesús. ¿No es otra forma de decir que Jesús es hijo de Dios? Y si María resultó embarazada sin obra de José, ¿no estará diciendo el evangelista que Dios está por encima de toda cosa razonable y puede hacer lo que quiera? Cierto: los milagros son eso justamente por su rareza. Dios no es un tipo que ande violando las reglas de su propia invención, pero tampoco es tan legalista como para no violarlas en casos sumamente raros. Así que el hecho es que el cristianismo cree que su Salvador es Hijo de Dios no sólo en sentido figurado, sino de manera real. Ahí está la dualidad que hace extraordinaria la figura de Jesús. Porque Dios puedo haber aparecido de la nada a un ser de apariencia humana y listo. Pero no, tuvieron que pasar nueve meses para que María diera a luz como cualquier mujer desde Eva hasta la fecha. Acá podríamos usar una de las frases que puede conmover por su sencillez y su verdad: Dios eligió usar pañales para salvar a la humanidad.

Pero también tenemos el asunto del nombre. No es un asunto menor. Moisés mismo preguntó el nombre de ese ser que le hablaba desde la zarza. Nombre era destino en la mentalidad hebrea del siglo I. Jesús o Emanuel, lo cierto es que Dios estaba con nosotros. Juan lo dirá de manera poética: «la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros». Jesús mismo, el nombre en sí, es un recordatorio constante de que Dios no deja desamparada a su creación, de que ha habitado entre su propia creación, que no le es ajeno el dolor y las miserias humanas. Esto es un hecho crítico para entender el cristianismo. Ningún inventor humano debe hacerse como su creación para entenderla. Nadie que se dedique a la robótica quiere (ni puede) hacerse robot para avanzar en sus investigaciones. Pero Dios sí. Jesús, el Señor está entre nosotros, o, con mayor precisión, Yahvé salva. Así que el evangelista nos recuerda, además, que el mensaje de Jesús tiene que ver, fundamentalmente, con la salvación. Yeshua, un nombre común en la época, pero en el hijo de María significaría todo lo que después entenderán sus seguidores: Jesús es Cristo.

José, ¿por qué lo olvidamos? El esposo cornudo si la sociedad se enteraba que su prometida estaba embarazada y no de él. El castigo era morir lapidada. Pero no lo hizo. José le hizo caso a un sueño (¿no nos recuerda a otro José?). Sí, a un sueño. No es esto una referencia a los gurús del autoestima y de la motivación empresarial. Un ángel habló con este atormentado hombre y, de nuevo, le dice que no haga caso de sus dudas, su esposa era virgen y en sus entrañas traía al Salvador. Y José obedeció. Sabemos que la historia contrafáctica se presta a todo tipo de especulaciones, pero preguntemos como ejercicio de valoración, ¿qué habría sido de la historia moderna si José lleva a su joven mujer ante el sanedrín? ¿Habría muerto lapidada? Seguramente. Entonces, por nueve meses, el futuro de la humanidad pendió de las decisiones de un carpintero piadoso. Aquí está, de nuevo, la esperanza de José en las promesas de sus antepasados. Un judío del siglo I pudo cambiar el rumbo de la historia. Lo que pasó todos lo conocemos.

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3 Comentarios

  1. andrea sumoza dice:

    no encotre informacion

  2. ERICK dice:

    BUENO OK , DE ACUERDO CON EL RELATO PERO, ¿FUE UN OVULO DE MARIA EL QUE FUE FECUNDADO ?? O EL OVULO FUE COLOCADO EN LA MATRIZ DE MARIA YA FECUNDADO POR EL ESPIRITU SANTO ?? PREGUNTO …

  3. SEBASTIAN VASQUEZ dice:

    ORREIBLE LO PEOR QUE HE BISTO

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