Las primeras palabras de Jesús

Mateo 4:12-18

Con Juan en la cárcel, Jesús regresa a Galilea. Su prueba había sido superada. Ahora sale de Nazaret y va a Capernaúm. El evangelista está preocupado por lo que él considera una prueba del mesianismo de Jesús. No fue a Capernaúm sólo por una ocurrencia. No. Jesús va para allá porque debe cumplirse la profecía. Otra vez, tenemos un contexto profundamente marcado por la cultura judía. A ningún gentil le tendría que preocupar tantos detalles de tierras y profecías. Sin embargo, a Mateo le interesa enfatizar que las promesas divinas se cumplen. Así lo transmite a los lectores de todas las épocas aunque quizá en mente sólo tenía a los judíos convertidos al cristianismo.

¿Y qué es lo primero que enseña Jesús? ¡Lo mismo que Juan! El arrepentimiento y el anuncio de que el Reino de los cielos está cerca son los temas de esta primera etapa. Ni siquiera está diciendo ahora que habría que bautizarse, quizá porque ya era una acción que todos deberían hacer, quizá porque a Jesús no le interesaba qué ritos seguir. La metanoia es la primera palabra que sale del profeta, del Salvador, del Señor. Está diciendo que los que lo escuchan deberían transformarse de dentro hacia afuera por una razón básica: el cielo los esperaba.

La gran pesca ha iniciado. El prólogo está terminando. Pasamos de las genealogías a la predicación. Quizá aquí Jesús no era más que otro iluminado de los que aparecen en tiempos de crisis. Con Juan en la cárcel, el Galileo tenía la gran oportunidad para iniciar su ministerio. Pero el hueco dejado por el bautista será rebasado. Jesús no sería otro profeta y muy pronto esa sociedad sería trastornada y atestiguaría el movimiento religioso más importante de la antigüedad. Entonces quizá sólo Jesús imaginaba su destino. El arrepentimiento, he aquí la raíz de la conversión. Eso predicó el Maestro.