Juan lo anuncia a sus discípulos: Jesús es aquel que el pueblo de Israel ha esperado. La escena es dramática: escuchan a su delgado y bronceado maestro, lo ven señalando al hijo del carpintero José; quizá intuyen que en esa declaración está implícita la transferencia de una autoridad que hasta entonces recaía en el influyente anacoreta pero que a partir de ese momento sería toda de Jesús.
Y entonces, los discípulos lo siguen. Jesús se voltea y les hace una pregunta cuyo eco resuena hasta hoy en los oídos de aquellos que quieren seguirlo: ¿qué buscan? La respuesta: tu casa. «Vengan y vean», concluye el hasta entonces insignificante personaje. Pero debemos preguntarnos nosotros, ciudadanos del mundo del siglo XXI: ¿qué buscamos en la religión? ¿Una respuesta? ¿Llenar vacíos? ¿La trascendencia? ¿La cura a enfermedades? ¿Fortuna? Nada de eso. La respuesta debiera ser la de los discípulos: a Él, al Cristo, al Mesías. Sí: sólo a Jesús. Esto parece una película donde ya conocemos el final: seguirlo tiene como consecuencia la vida eterna. Sí, pero en el principio (esos principios a los que de vez en vez queremos volver) los discípulos sólo atinaron a responder: «a ti, tu morada». Esa es la búsqueda del cristiano. ¿Cómo se nos puede olvidar que ese mote, «cristiano», viene del título que recibió Jesús y que de inmediato nos remite a la creencia básica de nuestra fe? Sí: esa fe tiene nombre y apellido, Jesús de Nazareth. Pobre del creyente que termina confundiendo medios con fines, de aquel que entra a una iglesia porque busca la fortuna que el mundo secular no le ha dado o la pareja que no consigue en años de búsqueda o la popularidad que sus conocidos le niegan o la cura a su enfermedad. Qué miseria de aquellos predicadores que ofrecen ese gancho de la prosperidad para ganar adeptos a su organización. Se les olvida a estos mercaderes de la religión que el camino de Jesús conduce al Getsemaní.
Los discípulos no sabían todo eso. Vieron a uno de sus paisanos que era recomendado por el mismísimo bautista y sólo atinaron a decir: queremos conocerte. Ese encuentro con Jesús no quedó en al vacío. Algo les dijo, algo vieron que salieron como niños con regalo nuevo. Luego de pasar el resto del día con Jesús (y hay cristianos que se quejan por dos horas de un servicio dominical), aquellos dos van a compartir la buena noticia: hemos encontrado lo que buscábamos (es decir, a Jesús). Pedro, el inestable Pedro, era entonces Simón. Jesús lo vio como roca. Natanael, el escéptico y crítico, quizá el realista (¿algo bueno puede salir de Nazareth?) es enfrentado por Jesús y lo gana con palabras amables. El primer grupo de discípulos, algunos antiguos de Juan, otros quizá decepcionados por no ver tan clara la realidad de un predicación que prometía la pronta venida del Salvador.
Y ahí están. Los que al inicio seguían al Bautista, ahora embarcados en la aventura de Jesús. Transformados, fieles a pesar de todo. Ellos dijeron: queremos saber quién eres. Y el Maestro les promete: «verán el cielo abierto, y los ángeles de Dios subiendo y descendiendo sobre el Hijo del Hombre». ¿Qué significaban estas palabras para los pescadores? No lo sabían pero desde entonces pasaron de lo ordinario a lo extraordinario. Obedecieron a su maestro y hoy seguimos hablando de ellos.
Hola querido amigo en este momento tengo ganas de elogiar tu talento, pero sin duda el analisis tan profundo y espiritual que haces de las escrituras me llevan a resaltar primordialmente la enseñanza que dan a mi vida espiritual, el reflexionar sobre el ejemplo de Herodes corto mi corazón y me llevo a recordar la convicción de Jesús y sobre todo a cuidarme de no tener un corazón tan duro que no llegue a oir la voz de Dios llamandome a permanecer en el camino que lleva a la vida y no al que lleva a la muerte.
Por otra parte el milagro del agua convertida en vino nunca la había asimilado a la transformación que sufrimos en nuestra vida al volvernos a Dios, pero es tan cierta, somos testimonios vivos del poder de Dios. Por último te acuerdas de la clase de Alejandro Miranda que recibimos en el retiro de solteros y casados celebrado en el estado de Tlaxcala: «Anclados de por Vida», tu reflexión me hizo recordar esa clase nuestra meta es Jesús, el ser Cristiano no es más que para dos unicas cosas: estar con Jesus (conocerlo) y obtener la vida eterna, nadamás. Muchas gracias y que Dios te siga bendiciendo y utilizando como hasta ahora. Bendiciones Hermano!!!
Claus,
Muchas gracias por tu comentario. Es la Palabra de Dios que trato de traducir, que trato de enseñar. Sigamos en la batalla. Bendiciones.