La legitimidad de Jesús

Juan 5:18-29

Jesús se está apropiando de la autoridad mesiánica. Los líderes religiosos se escandalizan porque ese galileo está blasfemando: Jehová, el del nombre impronunciable, el Altísimo, ¿era el Papá de Jesús? Pues Él contesta afirmativamente. Entonces el Rabí pronuncia un discurso donde enfatiza el origen de su autoridad. La legitimidad del Maestro es divina. También establece la relación entre el Padre y el Hijo: el lazo que los une es de amor. Su misión: salvar. Lo que viene por seguirlo: la vida eterna. Los muertos resucitarán al escuchar la voz del Logos.

¿A qué muertos se refiere el Maestro? Una interpretación alegórica diría que se refiere a los muertos espirituales. Aquí entran los clásicos ejemplos de domingo. Los alcohólicos, infieles, mentirosos, vanidosos, ególatras que al escuchar el mensaje del Mesías resucitan a una vida no sólo éticamente superior sino también espiritualmente diferente y nueva. Jesús no vino a juzgar. Muchas veces escuchamos más regaños y juicios de los seguidores de Jesús que comprensión y solidaridad. Así, como jueces severos, lanzamos epítetos terribles: pecador, malvado, prevaricador… y en lugar de ayudar a salvar nos dedicamos a etiquetar. La vida que promete Jesús supera esos adjetivos.

Pero también existe la interpretación escatológica. Jesús es muy claro en lo que sucederá en los últimos días. Nosotros, occidentales, racionalistas, calculadores, nos incomodamos al escuchar esto: ante la voz del Hijo, los muertos que hayan vivido como Jesús enseñó, saldrán a la vida eterna. Los que actuaron mal, resucitarán para condenación. ¿Figuras de diablos con patas de cabra? ¿Buenos con vestiduras blancas y aureolas en su cabeza? ¿Tormentos indecibles para los malos y cantos angelicales para los buenos? No. La predicación de Jesús va más allá de las caricaturas piadosas que escuchamos por todas partes. El Maestro está diciendo que Él juzgará (en el futuro) pero no viene a predicar condenación sino salvación. Sí: la escena parece de ciencia ficción, pero ocurrirá. Un día los muertos que creyeron y vivieron como Jesús saldrán de sus tumbas para vida eterna. Lo creamos o no. Lo imaginemos como sea.

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