Si creemos en Dios, creeremos en Jesús. «Si creen que las Escrituras son verdaderas, verán que yo estoy ahí. Pero si aun así no me ven, yo no los acuso, lo hará Moisés, quien, por cierto, profetizó de mi». La situación en la que Jesús deja a los líderes religiosos es complicada. De paso, anotemos la gran influencia que Juan tenía en la sociedad de Jerusalén. Ya ahora no es Él quien da testimonio de Jesús, más bien, es este, el Maestro, quien les recuerda qué había dicho el predicador del Jordán.
La pregunta que nos tocaría hacer es si podemos leer las Escrituras (entiéndanse, la Tanak judía) sin concluir que Jesús es el Mesías prometido ahí. Claro que hay versículos, capítulos completos que hablan del futuro enviado de Jehová, pero en honor a la verdad, debemos decir que Jesús, el carpintero de Galilea, el Hijo de José y María, no está en ninguno de los escritos judíos. Pero Jesús, verdadero hombre, no está diciendo que él, con todos sus genes, esté en la Escritura. Lo que está diciendo es que Jesús, verdadero Dios, está anunciado por Moisés mismo. El conflicto para los judíos era que no había señales de que en Él confluyeran las dos naturalezas, o acaso la más importante, la mesiánica. ¿Tenían culpa en eso? No. En todo caso, sería Moisés quien los acusaría.
Entendamos, pues, la posición en la que se encontraban todos aquellos educados en la tradición mosaica. Que un joven Maestro, seguido por un grupo heterogéneo de individuos, se proclamara a sí mismo como el Ungido, seguro que les debía causar escándalo. Y más si desobedecía la letra de la Ley de Moisés. Por más que hiciera obras buenas, ellos estaban siendo confrontados por un renovador del rito tradicional. Sus cómodas estructuras de creencias y prácticas estaba siendo retada y, por supuesto, no iban a quedarse sin hacer algo. Jesús los critica con fuerza: no tienen amor, no quieren tener la vida eterna, no quieren la gloria de Dios, ven señales y no las entienden. Y con todo, no sería Él quien juzgara. El conflicto judeo cristiano tiene su origen en el mismo Maestro.