Por las implicaciones y la forma en que lo hace, este es el gran milagro del evangelio. La familia conformada por Lázaro, Marta y María era muy querida por Jesús. Quizá eran huérfanos y el jefe de familia era Lázaro. Su enfermedad traía consecuencias negativas en lo económico y en lo social. Las hermanas quedarían doblemente solas, de padres y ahora del hermano. Así que cuando Lázaro enferma, las dos mujeres mandan a avisar a Jesús quien, sorprendentemente, no responde al aviso. Su argumento es que así debe ser para que sus seguidores sean testigos del poder de Dios.
El pasaje muestra una serie de confusiones en los discípulos. La gran paciencia del Maestro hace que repita aun más claro aquello que les va enseñando. Aquí les debe aclarar que Lázaro ha muerto. Luego, los discípulos le recuerdan el gran conflicto con los fariseos y, cuando el Maestro insiste, se hacen los héroes: «vamos a morir con Él» (¿por qué pensamos que Pedro y no Tomás está detrás de estas palabras?).
El escenario está puesto. Pronto veremos cómo Jesús operará esta señal. Quedémonos por el momento en algunos detalles interesantes. María parece ser una fiel admiradora de Jesús. Se ha pensado que quien untó los pies de Jesús era la Magdalena que, a su vez, había sido salvada por Jesús de ser lapidada. Si esto fuera cierto, Jesús conocería a la familia de Lázaro por causa de María (curiosamente, el versículo 5 omite su nombre). No hay razón para pensar que esto sea cierto. Sin embargo, estos primeros versículos ponen de relieve una cualidad de Jesús: tenía amigos y era tal su interés y su importancia que regresó no solo de su misión sino que incluso tomó el riesgo de ser agredido. La amistad valía la pena todo. La amistad, entonces, es uno de las características básicas de un cristiano.