Pensamientos random 2. Del mundo 2.0 y los malos entendidos

En general (repito: en general), me gusta platicar y pasarla bien con la gente que estimo, valoro y admiro. Es gente real (a menos que los abrazos y las sonrisas vivan solo en mi cabecita). Ellos saben dónde encontrarme. Yo sé dónde y cómo acudir a ellos. No. No estoy hablando sólo de la vieja costumbre de verse cara a cara y sentir que el otro está vivo (cosa que me encanta): hoy existe tecnología para acercar a la gente y la uso y ellos también. Mi punto es que son reales, humanos, inteligentes, bellos, admirados; pero, no son perfectos; no como pienso que es la perfección. Repito: son humanos igual que yo.

Pero el Feis no es el mundo. He descubierto un mar de diferencia entre lo que quiero decir, lo que escribo y lo que ellos, mis amigos, entienden. De esta forma, cuando yo quiero decir azul, escribo verde y ellos ven amarillo. Nos peleamos, discutimos, subimos el tono, algunos aplauden otros abuchean y la realidad es que cuando nos volvemos a ver en el mundo real, ese que existe fuera del Feis, todo como si nada… o no: todo como si hubiera pasado ahí, en su mundo, como si les hubiera dado una bofetada o una patada. Y entonces me dicen cosas feas (o las piensan, que para el caso es lo mismo). Y yo también. Y no hay nada más estúpido que edificar castillos de arena y creerse reyes ahí. (Esta última frase no sé por qué lo escribí pero me gustó).

Como no estoy dispuesto a perder a gente valiosa y como soy incapaz de comunicar lo que quiero (ellos son muy inteligentes, así que no es su culpa), pues mejor digamos basta. El respeto al muro ajeno es la paz. Me parece que son mis amigos porque son diferentes a mi (y mucho) pero hay algo, aunque sea una sola cosa, que nos une. Esto puede ser: un interés común, un amigo, una creencia, un disgusto. Una. Sólo una cosa. Pero es suficiente con eso. Por ejemplo, al 99% de mis amigos les gusta bailar y a mí no. ¿Y? Nos gusta hablar de la Biblia: eso nos une. Nos gusta hablar de literatura: eso nos une. Nos gusta hablar de tecnología. Si, además de eso, ellos son de izquierda, derecha, centro y les gusta Jenni Rivera: who cares! El amor está encima de ideologías, bailes y placeres culposos.

Además, me choca la solemnidad latina. Concibo al Feis de una manera más lúdica pero muchos de mis amigos no. El otro día critiqué una línea de un correo y un amigo se me fue a la yugular. Al siguiente critiqué a una periodista admiradísima de otro amigo y de reaccionario no me bajó. Y, lo digo de nuevo, son gente valiosísima (de otra generación), con otras formas de concebir la vida, las opiniones, la moral. Por eso somos amigos. Pero mi falta de solemnidad es tan chocante como ignorancia. Como los quiero más a ellos que a mis fobias y filias, ahí muere: un abrazo, un apretón de manos y cada quien con sus fobias y filias, juntos, pero no pegados. Amigos como siempre. (Música de Stand By Me de fondo y una foto color sepia para ambientar).

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