Preguntas sobre la iglesia II

Seguimos en la serie de preguntas y respuestas. Ahora quiero responder dos preguntas que me hacen sobre lo que me aportó la iglesia, sobre cómo ahora parezco un malagradecido que no quiere reconocer todo lo que se me dio. La segunda pregunta tiene que ver con la importancia de las reuniones cristianas y mi supuesto desdén por las mismas. Digo, un día me peleé públicamente con el maestro de la ICMAR porque en un correo, en letras chiquitas decía: “no es una reunión opcional”. Yo pregunté: “¿Es obligatoria? ¿Hay que ir sí o sí? ¿Me quitan puntos si no asisto? Si ese día muero, ¿voy al infierno (por faltar a la reunión “no opcional”)?“. Y afirmaba: “El Dios en el que creo es un Dios de opciones”. Con eso bastó para que se armara un alboroto tal… en fin. Aquí mis respuestas.

¿Cómo puedes decir que la iglesia que dejaste está mal si ahí te casaste, ahí creciste, ahí viste cosas increíbles pasar?

Yo sostengo que el sistema de la iglesia que dejé está en crisis y sus dirigentes lo saben hasta el punto que muchos de ellos lo han somatizado: su cuerpo, sus gestos, su salud delatan cómo viven su cristianismo. Mi oración constante para ellos es que logren reunir el valor suficiente para cambiar lo que urge cambiar y que, mientras eso no ocurra, los hermanos no se extravíen y que esa iglesia no termine siendo una fábrica de ateos, agnósticos, relativistas cínicos o resentidos. Hoy es una fábrica de desilusionados y la desilusión puede provocar tragedias. Pido al Padre que eso no ocurra.

Y sí, en esa congregación viví los mejores años de mi vida, básicamente porque ahí viví siempre. No tengo punto de comparación. Pero mucho de eso, de lo mejor que viví, justo fue debido al favor de Dios, no de los hombres. Mucho de lo que hice llevaba el signo de la sospecha en el sistema, o acaso de la indiferencia. Y también mucho de lo que no hice fue derivado de las tonterías que se cometían y enseñaban ahí. Por ejemplo, cuando veía a los llamados “misioneros” regresar, yo decía “¿para eso quieren que yo vaya, para regresar fundido, cansado, derrotado? No, paso”. Otro ejemplo: dejé de conocer y juzgué a personas maravillosas cuyo único pecado era no pertenecer a la iglesia en donde yo me reunía.

Ahora bien, eso de que “la iglesia me ha ayudado” es una verdad a medias que se convierte en chantaje y manipulación. Es cierto que la comunidad está llena de hermanos excepcionales, hijos de Dios que se desvelan por el amor que sienten por su hermano caído en desgracia. El amor de Dios en ellos es tan real que cuando el alcohólico llega, deja de serlo; que cuando el matrimonio en crisis tiene una cita, su matrimonio cambia. Pero, que no se olvide: ¡es Dios en ellos! No es un sistema, una institución, un grupo de liderazgos que los mueve. Entonces, yo no niego ningún servicio a esa hermandad genuina. Si tan sólo leyeran bien y vieran que contra los hermanos no tengo ni un sólo rencor y que contra los líderes solo demando que demuestren lo que están llamados a hacer, ¡quizá seguiría ahí! Lamentablemente, la intolerancia de sus dirigentes me deja fuera.

Pero la reunión es importante, ¿podría un cristiano vivir sin iglesia? ¿Podrás sobrevivir tú sin iglesia?

¡Por supuesto que la reunión de cristianos es importante! Nada más está en juego el crecimiento espiritual del creyente. Lo más importante: las Escrituras piden vehemente a los cristianos reunirse. Pero, seamos sinceros: ¿a qué va usted a su reunión? ¿No es cierto que eso parece más o menos un culto que, si bien nos va, nos permite salir contentos? Pregúntese, ¿cómo y por qué se reunían los cristianos del primer siglo? Algo de lo que usted lee en las Escrituras, ¿se parece al menos remotamente a lo que hace el domingo y entre semana en su reunión?

Como me han dicho algunos buenos hermanos: quizá tuve la mala suerte de estar en comunidades cuya reunión era una colección de disparates nada bíblicos. Vi cómo pasaban “tiempitos” con hermanos que salían llorando de ahí. Vi cómo se utilizaba el púlpito para promocionar a los amigos y la familia del líder. Vi cómo el micrófono se utilizaba para amenazar, intimidar y dormir a las personas. Vi cómo la música se convertía en lo esencial mientras el predicador con trabajos podía leer su Biblia. Vi cómo la persona que hacía la cara más compungida de la comunidad se portaba como demonio fuera de la reunión. Y jamás vi, ni de lejos, una reunión parecida a 1 Corintios 14. Sí vi que las reuniones más trascendentales para el creyente se parecían a Hechos 2: grupos pequeños, llenos de amor, diálogo, debate, camaradería, unión, respeto, preocupación del uno al otro, risa, llanto, oración, comida en común, abrazos afectuosos. Pero, oh desgracia, esas no eran las reuniones oficiales. Algo estaba mal ahí.

Y sí, me decidí a vivir en serio la vida en comunidad. Decidí creer en aquello de que la Iglesia es un cuerpo, y no cualquiera: ¡el cuerpo de Cristo! Lo mejor de esto es que no construyo, no me preocupo ni por los planos ni por los tabiques: mi Maestro ya la construyó, la cuida y la guía, yo sólo debo aprovecharla, respetarla, servirla, engrandecerla con lo que el dueño me mande hacer. No es mi club privado. No es mi desahogo colectivo. No es mi camino a la fama. La Iglesia que leo en las Escrituras y que he vivido en este último tiempo no anda preocupada por quién dirige, cuánto dinero tenemos, cuántos nuevos llegan… Vivimos nuestras vidas y no andamos jugando a los salvadores: si un alma nos pide ayuda, consultamos al Señor y si nos lo permite, la ayudamos solo como ese Señor nos pida hacerlo. Si ese mismo Señor nos pide ayudar a alguien, lo hacemos confiados en sus planes, no en los nuestros. Nada más. Nada menos.

2 Comentarios

  1. El motivo de tu pelea, es el motivo inicial por el cual inicio la ICoC. El vaciamiento de las iglesias, y la respuesta de Luckacs y la radicalización de Kip McKean. Me recuerda cuando dejaba de ir 2 domingos e iba uno ya que a los 3 eras caida jajaja.

  2. Edwin dice:

    Hola.
    Puedo ver la claridad en la que un miembro de la «llamada iglesia» se convierte en trabajador sin derechos y como el lider es el «socio».
    Es muy triste que los «lideres» no tengan la suficiente humildad para ver y preguntar al hermano mas «critico» ¿en algo he fallado? recordemos que Nuestro Maestro dijo claramente: Lucas 9.48 –«El que es más insignificante entre todos ustedes, ése es el más importante.» NIV
    «Pues para el mundo el mas critico puede ser el mas insignificante pero para EL es el mas importante».
    Pues puede ser que los lideres sean piedra de tropiezo para ellos y ellos (los lideres) no les importa. Donde esta el amor al hermano?

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