Este es un gran artículo. Bueno, una pequeña reflexión que, viniendo de quien viene, tiene mucha trascendencia. El gran problema de muchos protestantes es que nos olvidamos de dos mil años de historia. Un pater de la iglesia ortodoxa me decía la otra vez que los protestantes somos en general ignorantes de la patrística y de la historia y resoluciones de los concilios. Si estudiáramos todo eso junto con la Biblia y nos olvidáramos de nuestros tabúes, mitos y prejuicios, seguro que nos ahorraríamos muchos dolores de cabeza dogmáticos. También en la praxis. Porque la historia de la teología, incluso de la más especulativa, tiene que ver con la praxis. Casi diría que primero son los problemas de la vida real, de lo que pasa en la congregación y luego la explicación de eso.
Vale la pena echarle un ojo a este artículo. Nosotros, provenientes de las iglesias de Cristo y su énfasis en el bautismo, no escuchamos mucho de esto. Pero hoy por hoy, los grupos con mayor crecimiento dentro del protestantismo son aquellos que tienen raíces en Estados Unidos. La doctrina de salvación es básica: «Cree en Jesús y serás salvo». También podría decirse: «Confiesa a Cristo como tu Señor y Salvador y serás salvo.» Otra: «Recibe a Cristo en tu corazón y serás salvo». Pero, como bien reflexiona el autor del siguiente texto, el camino de la salvación que anuncia Jesús es mucho más que una simple frase, más que un arrebato emocional o incluso racional: la fe es el sí a Dios. Pero decirle sí a Dios es mucho más que hacer el show de pasar al frente y recibir el perdón. Ya habrá tiempo para continuar con esta reflexión. Por lo mientras dejo este artículo. Recomiendo visitar este sitio con más artículos. Nuestros amigos evangélicos están invitados a comentar el artículo:
Jesus and the Sinner’s Prayer
What Jesus says doesn’t match what we usually say.
David P. Gushee | posted 3/06/2007 08:31AM
Is it permissible to reopen the question of salvation? If we do, how will Jesus’ teachings stand up to our inherited traditions?
These questions came to me acutely not long ago. I was getting ready to preach. As the worship leader was finishing the music set, he offered some unscripted theological reflections. He said something like: «The only thing required of us is to believe that Jesus’ blood saves us. Nothing more. It’s nothing but the blood of Jesus.»
In my Baptist context, we’ve heard these thoughts a thousand times. The problem was that I had in my pocket a message in which Jesus himself had a very different answer to the question of salvation. Más