Muertes y huidas

Mateo 2:13-23

Continuamos con la historia de los primeros días de Jesús. Los sabios logran burlar la trampa de Herodes y éste, en venganza, manda asesinar a todos los niños menores de dos años de Belén. Mientras, la familia de José huye a Egipto, prevenido aquel por un ángel y en sueños. José tiene un carácter extraño que consiste en dejarse guiar por los sueños que le llegan desde que decidió casarse con María. No queda claro si sabía qué estaba pasando, pero obedece. Regresará a Israel sólo cuando Dios lo ayuda a vencer sus miedos. Entonces llegan «a una ciudad llamada Nazaret». Con ello, Jesús adquiere su ciudad de residencia. Desde entonces será conocido como Jesús de Nazaret, hijo de José y María.

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La adoración de los sabios

Mateo 2:1-12

Jesús nació en Belén. Su estrella inquietó a un rey y atrajo a sabios. En esa casa donde una mujer convalecía luego del parto, Dios mismo se expresaba, paradójicamente en la fragilidad de la vida de un niño, en su dependencia absoluta en sus padres. De pronto, tres hombres tocan la puerta donde María cuidaba al Hijo de Dios y observa cómo se arrodillan y le rinden tributo. La escena, tan extraña por esa mezcla de elementos religiosos (niño, reyes, sabios, estrellas, ofrendas) nos hace pensar que estamos leyendo un relato diferente a todo el evangelio cristiano. ¿No contrasta todo este inicio espectacular con el fin ignominioso en la cruz?

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La concepción de Jesús

Mateo 1:18-25

El evangelista no contesta la pregunta que me hizo una vez una niña que iría en sexto año de primaria: ¿cómo es que el Espíritu Santo embarazó a María? Cientos de bromas, frases en doble sentido, anécdotas se cuentan alrededor de este evento extraordinario. Lo mismo se dice que esto es obra de extraterrestres o que definitivamente fue una invención que el cristianismo posterior a la Pascua tuvo que adaptar para que Jesús fuera verdadero hombre y verdadero Dios. También se ha escrito ya los suficiente para concluir que la escritura de Isaías es una lectura de la Septuaginta y hoy mismo, cualquiera puede abrir una Biblia moderna y leerá que en Isaías 7:14 hay palabras como joven, doncella, virgen, muchacha. La hermenéutica más estricta hará dudar a más de uno de esta referencia mesianica. Pero, ¿por qué era tan importante para el evangelista escribir todo este preámbulo a la llamada vida pública de Jesús? De nueva cuenta, porque sus lectores tendrían un contexto judío. A ellos se les explica esta historia como una prueba más de que Jesús nació por obra divina y que, al fin, es el Ungido esperado por siglos. No era un asunto menor.

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La genealogía

Mateo 1:1-17

Tres etapas de catorce generaciones que es el doble de siete, el número perfecto para los antiguos hebreos. No caigamos en los excesos literalistas. Perderemos el tiempo y la esencia de estas palabras. El escritor bíblico está afirmando que Jesús llegó en un momento histórico perfecto; es decir, que la humanidad debió esperar el tiempo apropiado para que el Mesías hiciera su aparición en la Tierra. No deberíamos perdernos en discusiones sin fin sobre la veracidad científica de esta lista, aunque un repaso a algunos de estos nombres nos daría pistas sobre la otra intención de esta genealogía: que Jesús es el Mesías prometido al pueblo elegido.

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Por quién vino Jesús

Mateo 9: 9-13

Cuando Jesús se fue de allí, vio a un hombre llamado Mateo, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo: ¡Sígueme! Y levantándose, le siguió. Y sucedió que estando El sentado a la mesa en la casa, he aquí, muchos recaudadores de impuestos y pecadores llegaron y se sentaron a la mesa con Jesús y sus discípulos. Y cuando vieron esto, los fariseos dijeron a sus discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los recaudadores de impuestos y pecadores?  Al oír El esto, dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos. Mas id, y aprended lo que significa: «MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIO; porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores. 

Fariseo: sinónimo de hipocresía religiosa. Cómo hemos malinterpretado el combate de Jesús no contra los fariseos sino contra su falta de piedad. Se nos ha olvidado que en realidad los fariseos eran los que más se afanaban en cumplir con la Ley de Moisés.

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La fe en el poder de Jesús

Mateo 8: 23-27

Cuando entró Jesús en la barca, sus discípulos le siguieron. Y de pronto se desató una gran tormenta en el mar, de modo que las olas cubrían la barca; pero Jesús estaba dormido. Y llegándose a El, le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos , que perecemos! Y El les dijo: ¿Por qué estáis amedrentados, hombres de poca fe? Entonces se levantó, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Quién es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?

Jesús dormido. Una marca que nos recuerda que seguimos a uno que fue verdadero hombre y verdadero Dios. En estas pocas palabras encontramos resumida esa profesión de catecismo.

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Para seguir a Jesús

Viendo Jesús una multitud a Su alrededor, dio orden de pasar al otro lado del mar. Y un escriba se acercó y Le dijo: «Maestro, Te seguiré adondequiera que vayas.» Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras (cuevas) y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.» Otro de los discípulos Le dijo: «Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre.» Pero Jesús le contestó: «Ven tras Mí, y deja que los muertos entierren a sus muertos.»

Tan sólo un capítulo antes, Jesús ha terminado de pronunciar el Sermón de la Montaña. Aquí están la acción, los milagros, las sanidades. El evangelio pasó de la enunciación a la práctica. Y con ello, el riesgo del espectáculo, de los intereses personales. ¿Cómo no seguir a un hombre que sana gratuitamente? ¿Cómo no estar cerca del galileo que dice cosas diferentes a las del establishment y que al mismo tiempo trae la paz a los cuerpos de sus oyentes? Muchos seguían a Jesús por fines egoístas, otros por curiosidad y muy probablemente, otros por seguir lo que los demás hacían. Pero Jesús no iba a permitir que aquello se convirtiera en un show.

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Roca o arena

Cualquiera, pues, que oye estas mis palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Y todo el que oye estas mis palabras y no las hace, será comparado al hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó; y fue grande su ruina. Y fue que, cuando Jesús hubo acabado estas palabras, la gente se maravillaba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

La casa bien o mal fundada. El prudente o el insensato. El sabio o el terco. ¿El inteligente o el tonto? He aquí las dos respuestas al Evangelio, la decisión a la que uno no puede escapar luego de todo el sermón de la Montaña. No hay más que esos dos caminos. O se es o no. No hay atajos, caminos no tan amplios, ovejas con cola de lobo, predicadores que mientan y digan la verdad al mismo tiempo. Sólo queda seguir a Jesús hasta la cruz o abandonarlo.

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Quién entrará a los cielos

No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les protestaré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad.

Esta es una de las escenas más tristes, desoladoras y francamente aterradoras de todo el Nuevo Testamento. Con tan sólo imaginar la escena, viene el temblor y el terror. Uno puede imaginarse las filas de los santos que esperan su turno para entrar a la vida eterna, en medio de salmos, gozo, alegría, esperanza. ¡Todo los sufrimientos de esta tierra a punto de desaparecer! Pero, cuando le llega al turno al lobo rapaz, su nombre no está en la lista. Tantos años, tantos milagros, tantas bonitas palabras, tanta apariencia para que el día decisivo el Señor diga: «no te conozco». ¿No es acaso un momento de angustia?

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Los falsos profetas

Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así todo buen árbol da buenos frutos, mas el árbol malo da malos frutos. El árbol bueno no puede dar frutos malos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis.

Preguntémonos: ¿por qué vamos a una iglesia? Jesús nos dice claramente que hay muchos que van con sus mejores ropas, que llegan a la iglesia y gritan «amén», «aleluya», pero por dentro están podridos y esconden su verdadera naturaleza. Verdaderos lobos que creen que por estar en un lugar serán salvos el día final.

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Las dos puertas

«Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a perdición y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.Jesús distingue dos caminos: el angosto y el amplio. Al final de uno está la vida y al final del otro la perdición. Cuando invitamos a alguien a conocer el evangelio deberíamos procurar darle el panorama completo: ser cristiano en el mundo de hoy no es lo más cómodo, fácil y bonito que exista. De hecho es todo lo contrario.

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Regla de oro

Así que, todas las cosas que queráis que los hombres os hagan, así también haced vosotros a ellos; porque esto es la ley y los profetas.

¡Que principio tan sencillo y al mismo tiempo tan útil para la convivencia entre seres humanos! Libros enteros se han escrito con sólo este versículo que parece encerrar el secreto de la paz mundial en sí mismo. Y qué olvidado es al momento de vivir el día a día. Pasa como el Quijote: todos lo citan pero pocos lo han leído. En este caso es peor porque hay todavía una minoría dentro de esa minoría que lo practica. Y si se necesita un libro completo para entender la profundidad de estas palabras, sólo queda concluir que somos necios o duros de entendimiento.

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Buscar y encontrar

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Y qué hombre hay de vosotros, a quien si su hijo le pidiere pan, le daría una piedra? ¿O si le pidiere un pez, le daría una serpiente? Y si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en el cielo dará buenas cosas a los que le pidan?

Esta última parte del discurso abunda en axiomas, esas afirmaciones que no necesitan explicación. Ahora Jesús compara al Padre celestial con cualquier padre de familia. Si incluso el más malo de los hombres no daría sino cosas buenas a sus hijos, ¿cómo será el Padre bueno que diario se preocupa de sus hijos? ¿Y cómo saber qué quiere un hijo si él no lo pide? ¿No es algo evidente?

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El juicio hipócrita

No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os volverán a medir. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no consideras la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí, una viga en tu propio ojo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, entonces mirarás claramente para sacar la paja del ojo de tu hermano. No deis lo santo a los perros; ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.

Si ya antes, Jesús había acusado a los que se preocupan de las riquezas por su poca fe, ahora lo vemos en un momento que contrasta con el tono del sermón. El Maestro ahora apunta los dardos hacia los hipócritas. Así que aquellos que han considerado a Jesús más parecido a los hippies que al Mesías que vemos los cristianos tendrán acá su golpe de gracia. Jesús demanda la atención total de sus seguidores. Y también pide un comportamiento integral.

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La promesa de la providencia

Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer, o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en alfolíes; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros mucho mejores que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si a la hierba del campo que hoy es, y mañana es echada en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe? Por tanto, no os afanéis, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; mas vuestro Padre celestial sabe que de todas estas cosas tenéis necesidad. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el mañana, que el mañana traerá su afán. Bástele al día su propio mal.

Seguimos con el juego de dualidades y con declaraciones evidentes. Jesús menciona aquí comida y vestido, aves y lirios, hoy y mañana, reino y justicia. Y también: las aves que no trabajan y comen, los lirios no se afanan y se visten mejor que Salomón, nosotros valemos más que ellos y, al fin, por muy ansiosos que estemos, ¿servirá de algo al final de nuestras vidas? Otra vez, la música de fondo de todo el mensaje es la muerte. Acaso lo sea de toda la cristiandad.

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Los dos amos

Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y a las riquezas.

Algunas de las genialidades del Maestro consisten en enunciar lo que, de tan obvio, nadie dice. Esto ocurre con este pequeño versículo. Cualquiera que haya tenido dos trabajos puede constatar la validez de este axioma. El ser humano no tiene el don de la ubicuidad. Pero incluso si existiera alguien que dijera lo contrario, Jesús se refiere a aquellos que, llamándose cristianos, también quieren consagrar sus vidas a las riquezas.

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Los ojos y la luz

La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo fuere sincero, todo tu cuerpo estará lleno de luz. Mas si tu ojo fuere maligno, todo tu cuerpo estará en oscuridad. Así que, si la luz que hay en ti es tinieblas, ¿cuánto más lo serán las mismas tinieblas?

Esta pasaje suena raro a los oídos actuales. ¿Por qué habla de ojos, luz y cuerpo cuando el contexto tiene que ver con riquezas? Esta inserción es francamente extraña. Pero, he aquí la importancia de la historia, nos dicen que los ojos eran una imagen para la avaricia / generosidad. A los discípulos reunidos en ese monte les hizo mucho sentido escucharla inmediatamente después de la enseñanza del tesoro en el cielo. Dicho de otra manera, Jesús dice que un avaricioso y envidioso tiene una terrible oscuridad en sí mismo. Lo contrario, un hombre generoso es un ser lleno de luz. Y la pregunta final es intrigante. También es un anuncio: que la oscuridad de un humano puede ser tan sólo el preludio de algo todavía peor. Si los infiernos de este mundo son de angustia y temor, los del otro mundo son peores.

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Tesoros en el cielo

No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan. Mas haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla, ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

Mis queridos amigos emprendedores, esos que tienen el deseo escondido de ser reyes midas, tienen algunos problemas con esta Escritura. ¿Es la receta para la mediocridad? ¿Jesús no quería a los ricos? ¿O tenía una forma sui generis de asegurar fortunas? Creo que solemos olvidar la hipérbole que está usando el Maestro en estas palabras. Y también nos saltamos el último enunciado: donde está mi tesoro ahí está mi corazón.

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Ayuno en secreto

Y cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; que demudan sus rostros para parecer a los hombres que ayunan. De cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro; para no parecer a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará en público.

El ayuno es una de las prácticas piadosas más malentendidas. Algunas veces yo lo he denostado, he pensado que esta sí que es una de esas obras de las que tanto sospechaba Lutero. Incluso he oído a hermanos que me dicen «voy a ayunar por tal cosa». Entre ayunar así e irse de rodillas a algún templo sólo hay diferencia de grado. Así que algunas veces he concluido que el ayuno no es para los cristianos. Pero el Maestro no está aboliendo la práctica de dejar de comer. Lo que condena es la forma, al igual que en la parte de la oración y de la generosidad.

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Reciprocidad

Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre celestial también os perdonará a vosotros. Mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

¿Ley del talión revisitada? Es más bien el principio de reciprocidad. El famoso «ojo por ojo» se refiera a delitos. Esta parte concentra la atención, una vez más, al otro, a la importancia de estar en paz con el prójimo y apela, en última instancia, a la humildad. Porque no hay otra manera de perdonar sino por medio de la humildad. Jesús repite dos veces la parte del perdón de ofensas en un mismo tema (la oración). ¿Cómo podríamos orar al Dios cuyo sinónimo es amor si estamos llenos de rabia y resentimiento? No seríamos más que vulgares actores, protagonistas de un bello pero vacío rito.

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No nos metas en la tentación

Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por siempre. Amén.

¿Por qué hay que pedir a Dios para que no «nos meta» en una tentación? ¿Tenemos un Padre al que le gusta probarnos? ¿Tiene la capacidad de «dejarnos caer»? Quizá lo que el Maestro enseña tiene una resonancia en el Edén. Puede estar diciendo: «no dejes que seamos como Adán y Eva, no dejes que la serpiente se acerque, ayúdanos a ser obedientes». En todo caso, ¿por qué no habría de «meternos en tentación»? ¿Acaso un maestro no examina a su alumno? Dios, en su soberanía absoluta, podría permitir que uno de sus ojos pase cerca de una tentación. Quien lo tienta no es Dios sino lo interior del hombre. Pero si ese creyente recuerda a su Señor antes que sus gustos y placeres egoístas, entonces la prueba será superada.

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Perdona como nosotros

Y perdónanos nuestras deudas (ofensas, pecados), como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores (los que nos ofenden, nos hacen mal).

Esto se llama reciprocidad. Si somos hechos a imagen y semejanza de Dios, es entendible que tengamos la capacidad de hacer lo mismo que Él. Es decir, si somos culpables ante el Padre a causa de nuestras transgresiones, ¿cómo podríamos ser absueltos? Sólo por medio de su perdón. No hay forma de pagar una multa para resarcir nuestra falla. Jesús personificará esta multa y con ello nos dará la salvación. Esta es una verdad doctrinal. Sin embargo, lo que vemos en este versículo es más que una sesuda reflexión teológica, es más bien un profesión simple: así como nosotros pedimos, así también debemos dar. Si solicitamos perdón, también tendremos que darlo.

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El pan nuestro

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.

«De cada día»: nos dicen que es una expresión extraña que puede ser traducida de diversas maneras, una de ellas podría ser «necesario». Cuántas referencias y reflexiones saldrían de este pequeñísimo versículo. Podríamos empezar, de nuevo, con el pronombre posesivo en primera persona del plural. La petición es colectiva. Es el pan que todos nosotros necesitamos y por el que pedimos. No es un asunto egoísta. No se pide por «mi» pan. El Maestro enseñó a pedir también por el prójimo. Qué contradictorio habría sido enseñar a respetar al otro y luego orar sólo por las necesidades egoístas del creyente. Si hay que pedir, pidamos también por los compañeros de ruta.

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Venga tu reino

Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra, así como en el cielo.

La primera petición, luego de la doxología, es que su reino se haga sentir en la tierra así como ocurre en el cielo. La segunda petición implícita en este corto enunciado es una renuncia al egoísmo del ser humano: primero su voluntad y luego la nuestra. No nosotros sino Él.

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Santificado sea tu nombre

Ustedes, pues, oren de esta manera: Padre nuestro que estás en los cielos, Santificado sea Tu nombre.
Este es el inicio de la pequeña oración.

Dejemos a un lado las especulaciones su origen y centremos nuestra atención a lo que más importa: la síntesis del caracter cristiano que inicia con una profesión de fe que da cuenta del caracter social del Nuevo Camino. Porque a lado de «Padre» viene un pronombre posesivo en primera persona del plural. Aprecio y respeto a los cristianos que cuando oran dicen «mi Dios». Sin embargo, la enseñanza del Maestro es muy clara: la espiritualidad alcanza su mayor y más acabada expresión en la comunidad. No es mi dios particular, es el Padre universal.

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